Youtube es una fuente inagotable de sabiduría popular con un punto de frikismo. Hay un canal para cada necedad o necesidad vital y quizás por eso nos cueste entender que alguien pueda ganarse la vida contándotela desde su casa. Los vloggers son el nuevo ‘quiero ser artista’. Un fenómeno que ni ellos pueden explicárselo. Un día se percatan del número de suscriptores y solo pueden estar agradecidos.
Cuando nos hablan de este fenómeno, rápidamente pensamos en personajes como el Rubius o JPelirrojo, pero en el Olimpo de los videítos caseros también hay mucha riot girl. Expertas en literatura, viajes y demás disciplinas, que aunque solo representen un 10%, baten récords de clicks y tienen mayor variedad de pelaje.
La plataforma #ChicasenYoutube se encarga de recordárnoslo, organizando reuniones y eventos para abordar la creación femenina en este medio. En el primero, las portavoces fueron Yellow Mellow, con un canal videojuegos y otro sobre su día a día; Bolli, la voz de Todoelmonteesorgasmo en el que trata contenido de temática LGTB, Verdeliss, administradora y protagonista de un canal de maternidad al estilo National Geographic; y Andrea Compton, cómica con más de 250.000 reproducciones en su unboxing de la Barbie. Una azaña muy alabada “porque hay mucho que cortar en una caja de esas”, se comentaba por allí.
Aunque no hay una fórmula mágica para alcanzar el éxito en Youtube, hemos sacado unas pautas para ir empezando.
“La gente quiere salseo”. La clave está en contar tu vida, o al menos, parecerlo. Los límites de la intimidad los marca el youtuber. Bolli, por ejemplo, nunca ha dado su verdadero nombre. El resto es constancia y tener cierta gracia.
Sal en horas prudentes. Si lo haces bien, llegará un momento en el que la gente te reconocerá por la calle. Es importante no bajar a Gran Vía en hora punta, aunque hay que estar muy chiflado para hacerlo cuando eres un simple anónimo. Pero no temáis, en la calle todo es amor. ‘La gente incluso te llega a abrazar’, anuncian. Los haters se reservan para Internet o Pontevedra.
Pon límites a los fans. Del fan al fanatismo, hay sólo un sufijo. Como el escenario de sus videos es su propia casa, algunos se confunden. No es la primera vez que una desconocida llamó a la puerta de Yellow Mellow para sacarse una foto. “Eso no es bueno y roza la ilegalidad, el acoso”.
Los cambios, mejor progresivos. La idea es evolucionar con el canal. Lo peor que le pudo pasar a una chica con un canal con chistes para gordos fue adelgazar. Al parecer, perdió kilos y suscriptores. Warholl nos prometió cinco minutos de fama y si bien es fácil alcanzarlos, al ostracismo, se llega en el mismo tiempo.
Haters gona Hate. Los gurús del periodismo se siguen dando cabezazos por creer que Internet, con la participación del ciudadano y la posibilidad de opinar, sería una herramienta para lograr la democracia. Já! Internet es una jauría de fieras, y si eres tía, tu cajón de comentarios se llenará de improperios machistas y comentarios sobre tu aspecto. Úsalos, para que no se te suban los clicks a la cabeza.
De profesión, youtuber. Asumirlo es el primer paso, sobre todo, para tratar con uno. Tienen una relación muy estrecha con sus seguidores, y por eso las marcas se los rifan: Productos, viajes, y un sueldo. Sí, los youtubers viven de eso y en realidad, tampoco tienen por qué enseñarte su cuenta corriente.