Durante los últimos días, he leído toda clase de comentarios en la red social Twitter punto com sobre el resultado de las elecciones generales: “Espexit, yo me voy a Cataluña, vergüenza de país, si votas al PP ojalá te mueras, la culpa es de las encuestas, pucherazo, fraude electoral, que vengan los señores de la ONU y los observadores internacionales, mierda de España”.
La burbuja Twitter me recuerda a cuando vas conduciendo tranquilamente con tu familia y de repente gritas por la ventanilla “gilipollas, hijo de puta, te voy a matar”. Imaginad esta misma situación en un ascensor.
El personaje de Oliver Zoco, ‘Magical Girl‘ (Carlos Vermut, 2014) resume muy bien lo que pasó el 26J y por qué España es un país fascinante: “¿Sabes por qué España es un país en eterno conflicto? Porque no tenemos claro si somos un país racional o emocional. Los países nórdicos, por ejemplo, son países cerebrales. Sin embargo, los árabes o los latinos han aceptado su lado pasional sin complejo ni culpa. Ellos, unos y otros, saben qué lado predomina. Los españoles estamos en una balanza que está suspendida justo en la mitad. Así somos los españoles: como las corridas de toros. ¿Y qué son las corridas de toros? La representación entre la lucha del instinto y la técnica, entre la emoción y la razón. Tenemos que aceptar nuestros instintos y aprender a lidiar con ellos, como si fuesen un toro, para que no nos destruya”.
Aquí van unas cuantas razones más por las que me flipa España:
Por todos nuestros invasores y conquistadores, porque descubrimos un nuevo continente, porque el sol no se ponía en nuestro Imperio, por Diego Velázquez y sus Meninas, por Goya y sus tormentos, por cómo vivimos la Semana Santa, por el flamenco y Camarón, por todas las folclóricas, por “si me queréis, irse”, por nuestro deporte nacional: la envidia, por la tortilla de patatas, por los chanquetes, porque ¡viva el vino!, por la Generación del 98, la del 27 y todas las que vinieron después, por el surrealismo, porque en tu cabeza se comprime la belleza como si fuese una olla exprés, por Bernarda Alba, por el manco de Lepanto, por la locura lúcida de Don Quijote, por los molinos de Castilla, por Quevedo, por Lope de Vega, por Amor se escribe sin H, porque hay un hombre que lo hace todo en España, por Ortega y la decadencia de Occidente, por lo mal que entendimos el Romanticismo alemán, porque de tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas, por Paco Ibáñez y el lobito bueno, por Platero, por la casa de Juan Ramón en Moguer, por las Hurdes, por esa España profunda que no tiene fondo, por Buñuel, por los tambores de Calanda, por aquella guerra civil tan cutre que nos abrió en canal y cuyas heridas aún no han cicatrizado, por Juanito Valderrama escondiéndose durante la guerra en la huerta de mi bisabuelo, por el Guernica, por Franco muriendo de viejo en su cama, por Marisol en la portada de Interviú, porque esta puede ser mi gran noche, por la democracia de papel, por Hemingway en Las Ventas y Ava Gardner toreando coches en la Castellana, por los Bingueros, por Fraga bañándose en Palomares, por la dignidad de Adolfo Suárez y Manuel Gutiérrez Mellado mientras el resto de autoridades se meaban y cagaban literalmente encima del miedo que les daba un hombre con bigote y tricornio, por todos nuestros reyes y bastardos reales, por Juan Carlos cayéndose, por mi madre gritando “BOMBA DE ETA” cada vez que había tormenta, porque aquí ni olvidamos ni perdonamos pero nos reímos de todo y de todos, por nuestro increíble sentido del humor, por Miranda Makaroff y la frivolidad 2.0, por el genio de McNamara, por el universo Almodóvar, por la mujer española, por los abanicos, por las tetas de Penélope y el coño de Maribel, por la otra Movida, por El Zurdo, por esta canción, por el Desencanto de la familia Panero, por el Arrebato de Iván Zulueta, por los cuentos de Víctor Erice, por el cine quinqui, por los niños de San Ildefonso cantando el Gordo cada vez peor, por nuestro Orgullo, por Cañita Brava y los personajes del spanish bizarro que salieron de Crónicas Marcianas, por Exuperancia Rapú, por Carmina Ordóñez lavándose los pies con cerveza en El Rocío, por nuestro sentimiento de culpa cristiana, por mi abuela Genara rezando el rosario por el pasillo de casa, por mi madre abrazando en un vagón del AVE a Luis García Berlanga después de la muerte de su hijo Carlos, por mi tío jesuita votando al Partido Comunista, por el fenómeno indie pop de Podemos, porque es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde.