Truculentos episodios de canibalismo servidos en prime time por todos los medios de comunicación. Escenas de Individuos que corretean desnudos y fuera de sí. Vídeos de supuestos consumidores convertidos en auténticos zombies. Conducta errática. Espasmos musculares. Episodios de violencia… ¡¡Alarma social!! Pero, ¿existe de verdad la droga caníbal? ¿Es una amenaza? Nuestro experto en psicotrópicos repasa orígenes y trayectoria de la sustancia conocida como flakka y su difusa relación con esta auténtica psicosis antropófaga.
Este reportaje fue publicado en el nº 19 de Revista Don (octubre de 2015). Descarga GRATIS en el App Store (iPad), en Play Store (Android) y ¡versIón para los ‘sin tablet’ (ordenador ).
PARTE I – ¿De dónde viene la flakka? » De una planta africana a las trincheras de la Segunda Guerra Mundial pasando por el laboratorio – Número 1 en la URSS – Venta libre en calidad de “sales de baño”.
La Catha Edulis, más conocida como Qat o Kaht, es una planta de la familia Celastraceae originaria del cuerno de África. Su consumo está extendidísimo por todo el área y no es extraño encontrar tenderetes donde las ramas de la apreciada planta se venden a plena luz del día pese a que, ya en los años 80, la OMS recomendara su prohibición.
Su consumo es tradicional y, desde hace miles de años, sus hojas se mascan con fines terapeúticos (aligerar el dolor de una larga jornada de trabajo, estimular la actividad) o lúdicos (consumida en reuniones de amigos) donde, normalmente, se suele mezclar con alcohol. Sin el concurso de otras sustancias –es importante no mezclar- y con un consumo moderado –tampoco hay que pasarse- el qat ofrece un “colocón” parecido al de tres o cuatro tazas de café: aumenta la verborrea, acelera el pulso y la actividad, enmascara el cansancio, reduce el apetito y evita la somnolencia.
Su precio asequible y la aceptación social de su consumo evita, en gran medida, que el consumidor habitual tenga que echarse a la calle a cometer delitos para proveerse de su dosis diaria. En Europa el qat llegó de la mano de la inmigración africana que la traía de sus países de origen. En la década pasada Reino Unido decidió que era inocua a efectos de salubridad y, aunque de peor calidad que la que puede encontrarse en África donde los países del área se quedan con las mejores plantas, puede comprarse un manojo generoso (que da para dos o tres sesiones) por un precio cercano a los seis euros. En nuestro país está incluida en una lista de plantas de presunta toxicidad lo que provoca que solo se pueda comprar en farmacias. Huelga decir que no hay ninguna farmacia española que ofrezca dicho producto.
Los principios activos del qat son la catina y la catinona, dos potentes alcaloides psicotrópicos, que son moléculas derivadas de la fenetilamina (emparentada químicamente con la anfetamina). La catinona, su principio más potente, fue sintetizada por primera vez en 1929 por la farmacéutica alemana Merck con el nombre de Metcatinona. Se prescribía para casos de agotamiento físico y/o mental extremo. En la URSS fue el antidepresivo más recetado hasta 1940, año en el que la II Guerra Mundial acabó con el mercado regular entre países del continente. La metcatinona solo fue prohibida un año después, junto a todos los productos provenientes de Alemania, cuando ambos países entraron en guerra. Pese a todo este compuesto (con el nombre de ‘Jeff’) reapareció en las ciudades más grandes del extinto país en la década de los 70 y se estuvo consumiendo regularmente hasta bien entrados los 90. La leyenda urbana dice que, al igual que con el caso del Qualuude en Occidente, alguien conservaba un enorme alijo de la sustancia prohibida y le dio salida. La realidad dicta que es más posible que la dificultad para encontrar drogas, digamos, convencionales en la URSS –el consumo te llevaba a Siberia de por vida y el tráfico estaba penado con un juicio rápido y un tiro en la cabeza, a veces ni siquiera en este orden- provocó el autoabastecimiento de la población con combinados chiflados (en las discos del Moscú de la post-perestroika era normal que te ofrecieran chutas cargadas con un cocktail de disolventes industriales y medicamentos que se administraban inyectándose bajo la lengua para no dejar marcas que pudiera detectar la policía y, claro está, podía comprarse Krokodil a espuertas, un derivado de la codeína solo apto para “heavy users”) y que la apertura hacia occidente acabó con ellos cuando fue más fácil encontrar cocaína, pastillas o heroína.
En Miami, Rudy Eugene le devoró literalmente la cara a un indigente llamado Ronald Poppo cuando ambos se cruzaron en un paso peatonal.
En los Estados Unidos la metcatinona también fue ensayada como medicamento. En 1957 Parke-Davis, una farmacéutica de Detroit, licenció el producto como estimulante e inhibidor del apetito. Los efectos secundarios observados durante los ensayos médicos fueron devastadores y Parke-Davis optó por no comercializar la sustancia.
De esos mismos laboratorios es donde, al parecer, la fórmula y los informes de los ensayos médicos fue sustraída por un empleado –la leyenda dice que por un estudiante en prácticas- y puesta a la venta por el método que todos hemos visto en ‘Breaking Bad’: laboratorios ilegales y venta a través de mafia. Si se sospecha que la droga fue puesta a la venta a partir de la fórmula original es porque los laboratorios de Parke-Davis están en Michigan y fue en ese estado norteamericano donde se detectó por primera vez, allá por 1991, la inclusión de esta droga en el mercado negro.
En 1969 los laboratorios Boehringer patentaron una nueva variante de la metcaninona conocida como metilendioxipirovalerona o MDPV. El invento corrió a cargo de Alexander Bulghin (responsable de sintetizar el Éxtasis… la droga, no el estado espiritual) y aunque se ensayó con él como antidepresivo tampoco fue puesto nunca a la venta. Con la explosión de la moda de las drogas sintéticas el MDPV se incorporó junto con los otros derivados al mercado negro en forma de pastillas pero, sobre todo, como “sustitutivo” del cristal, el speed y el MDMA. Es decir, es posible que te hayan dado gato por liebre en alguna ocasión ya que se viene produciendo con buen ritmo desde entonces pero ni la policía, ni los medios suelen dar información precisa sobre este tipo de alijos y se suelen referir a ellos con el nombre de “drogas sintéticas”.
Lo que si se sabe es que desde 2004, en el estado de Florida (donde abundan los pantanos y resulta más difícil localizar un laboratorio ilegal que en lugares como Miami, que nuestro imaginario lo tiene más asociado al negocio de Tony Montana y la merca colombiana) comenzó a detectarse un nuevo compuesto llamado Alpha-PVP, una especie de madre de todas las catinonas.
El problema (legal) de las drogas sintéticas es que pasa un tiempo hasta que son declaradas ilegales y, por tanto, también un tiempo en el que se produce una laguna en la que no se puede detener a un productor por tráfico de drogas si no por delitos de índole fiscal o contra la salud pública.
Hasta la detección de la sustancia y su inclusión en la ley suelen pasar meses momento en el que se aprovecha para “experimentar” con los consumidores. Mucho más en el caso de drogas de este tipo cuya producción es barata, bastante rápida y tienen una rápida salida al mercado gracias a su gran competitividad comercial y a que proveen de una experiencia similar a las otras drogas ya en el mercado. Luego está el número ingente de “marcas” con las que se distribuyen: igual que es imposible que una pastilla con un símbolo de Mitsubishi impreso lleve los mismos componentes si los adquieres a dos camellos diferentes (el mercado negro ha avanzado pero no tanto) tampoco es muy posible diferenciar entre todos los compuestos derivados de la catinona o de la metanfetamina ya que se ofrecen con nombres como Vanilla Sky, Spun, Zoom, Crank, Superspeed, Mulk y un largo etcétera.
El aspecto, pequeñas rocas de cristal translúcido de colores que van del marrón diluído al rosa (de ahí que sea fácil que te lo cuelen por Crystal u otra sustancia menos agresiva), ha hecho que la FLAKKA (antes de que los dealers de Miami le pusieran ese nombre) fuera conocida como “sales de baño”. De hecho, en el periodo en que no era una droga ilegal, podía encontrarse en Grow Shops como “sales de baño” (No sabemos, ni queremos saber el efecto de sumergirse en una bañera donde se haya diluido el producto) con cartelitos donde avisaban que bajo ningún concepto se ingiriera. Ha ocurrido en nuestro país con las setas psylocibes –que se vendían en paquetitos de tela cosidos como “potenciadores del sueño” y con recomendaciones para ser puestos debajo de la almohada y aspirar durante la noche sus efluvios pero avisando de “los efectos nocivos” de ingerir las setas y, también, con el popper que sigue a la venta en algunos sex-shops como “líquido para limpiar los cabezales de tu vídeo casero”. Se puede comprar y siempre lleva una advertencia de que su inhalación es nociva. Que nadie se lleve las manos a la cabeza porque algunos sprays para limpiar teclados que se venden en cadenas de productos electrónicos y algunos linimentos con base de cloretilo tienen un efecto parecido al de ese líquido infernal (sensación de mareo, de ciego instantáneo, de taquicardia, sudoración maratoniana, escuchar la música muy alta o la sintonía del videojuego “Tetris” y un cuadro generalizado de “se me está yendo la vida” de una duración de uno o dos minutos según peso y dosis).
PARTE II – La crisis canibal » El hombre que le devoró la cara a un mendigo y otros espeluznantes casos de antropofagia – De las “sales de baño” a la “droga canibal” – Amplia cobertura mediática – Sin conexiones evidentes
Como recoge el portal ‘Mundo Extraño’, el mes de mayo de 2012 supuso la presentación en sociedad de la FLAKKA: como ya hemos contado anteriormente no es que fuera raro encontrar metanfetamina o alguna de sus variaciones en el mercado pero es que en esas fechas hubo gente que comenzó a comerse a gente y, claro, ni la policía (por obligación) ni los medios (por necesidades de la audiencia) iban a dejar pasar un tema tan sensible como el canibalismo.
Rudy Eugene, de 31 años, atacaba salvajemente a un indigente llamado Ronald Edward Poppo, de 65, cuando ambos se cruzaron en un paso peatonal. Cuando la policía se persona en el lugar de los hechos ha golpeado a la víctima y ha comenzado a comerse su cara (llegó a zamparse el 75% de la misma). Los dos números de la policía de Miami intentan que Eugene cese el banquete pero este sigue comiéndose a la víctima (que sobrevivió al ataque), como persiste en su actitud y su conducta es extremadamente agresiva le disparan causándole la muerte. Rápidamente los medios de comunicación de la ciudad bautizan al criminal como ‘El caníbal de Miami’ y comienzan a sospechar que la conducta de Eugene solo puede deberse a la ingesta de alguna droga. Eugene tenía un historial delictivo relacionado con la marihuana (el trío de ases: tráfico, posesión y consumo) y ya se han detectado varios casos de adictos a la metanfetamina y subproductos varios (como el Ultra-PVP) que han terminado atacando a la policía o a la ciudadanía y que presentan unos rasgos similares (violencia, paranoia, resistencia al dolor, etc.). Rápidamente unen los puntos: Eugene ha actuado bajo los efectos de las “Sales de baño” que son rebautizadas como ‘Droga caníbal’.
Pamela McCarthy atacó con un bate a su marido e intentó estrangular a su hijo. La policía utilizó una pistola eléctrica para inmovilizarla y su corazón no resistió la descarga. Había tomado Flakka
La historia se alarga en el tiempo y el entorno más cercano de Rudy Eugene niega que fuera adicto; es más, su pareja afirma que era un consumidor ocasional de marihuana pero que no tenía ya ninguna relación con el tráfico de drogas, que no tomaba ni siquiera medicamentos recetados y, como remate, que estaba rehabilitado y haciendo trabajos para la comunidad. De hecho, algunos vecinos, dicen que no era raro verlo leyendo la Biblia. Días después del incidente, la autopsia revela que no había ni rastro de la dichosa ‘Droga Canibal’ en el organismo de Eugene.
Pero la cosa no termina ahí. Por las mismas fechas el actor porno canadiense –sí, ya sabemos que suena a oxímoron- Luka Rocco Magnotta asesina a su pareja, el estudiante chino Lin Jun. No contento con su fechoría lo descuartiza, lo viola e ingiere partes del cadáver delante de una cámara. El vídeo termina en Internet, claro. Otras partes del cuerpo aparecen esparcidas por Montreal y Magnotta envía una mano por correo al Partido Liberal Canadiense. Después huye a Europa. En el transcurso de la búsqueda por parte de Interpol los medios insisten en que un crimen tan brutal puede deberse también a la ingesta de sales de baño-Droga Canibal. Magnotta es detenido en un cibercafé en Berlín a comienzos de junio cuando miraba noticias sobre sí mismo. En el juicio, durante el que el acusado se desplomó varias veces y quedó en el suelo en posición fetal, la defensa intentó que a su cliente se le declarara demente sin éxito y en 2013 fue condenado a cadena perpetua por el asesinato. En ningún momento del mismo se pudo demostrar que hubiera consumido “sales de baño”.
Paralelamente a este hecho los medios también se hacen eco de la detención del estudiante de la Morgan State University, Alexander Kinyua, por el asesinato de su compañero de cuarto Kujoe Bonsafo Agyei-Kodie. Son el padre y el hermano del criminal los que encuentran en un cubo de basura del sótano de la casa familiar lo que parecen restos humanos. El padre denuncia al hijo y, en medio, Kinyua intenta eliminar las pruebas (un cráneo, parte de un torso etc.). La policía de Maryland detiene a Kinyua que confiesa que se ha comido el corazón y el cerebro de su compañero de piso. Cuando rebuscan en su Facebook descubren mensajes propios de una persona que no está en sus cabales (y no nos referimos a frases de Coelho precisamente) y tras una evaluación psiquiátrica es declarado esquizofrénico paranoide lo que evita la condena a muerte pero no que sea recluido, presuntamente de por vida, en un manicomio. Tampoco se juega la baza de una adicción a la FLAKKA.
En junio de 2012 la nortamericana Pamela McCarthy ataca con un bate de beisbol a su marido hasta dejarlo inconsciente. Luego la emprende a golpes con su hijo e intenta estrangularlo a él y al perro. El marido consigue zafarse y rescata a su hijo, cuando ambos salen de la casa, McCarthy completamente desnuda, intenta atacarlos de nuevo y, cuando la policía hace aparición, esta les ataca y la emprende a mordiscos con uno de los policías. Cuando consiguen poner distancia con ella, le piden que se calme y, como no lo consiguen, usan sus tasers. La mezcla de electricidad y del aumento de la actividad cardiaca por parte de las “sales de baño” ingeridas (en este caso el colocón sí fue detectado) son un cocktail letal y la agresora fallece de una parada cardiorespiratoria.
Pese a que todos los casos fueron convenientemente reunidos y puestos a disposición del público como si formaran parte de una misma cadena de acontecimientos lo cierto es que solo uno de ellos estaba relacionado con las sales de baño-FLAKKA. Ahora viene bien preguntarse: ¿El consumo de esta droga provoca la zombificación y la conversión en una bestia antropófaga?
Podríamos decir que, bueno, que el efecto de un químico consumido sin control suele acarrear problemas. Si la FLAKKA produce taquicardias, subida de la temperatura corporal, alucinaciones, verborrea, etc. Lo cierto es que podemos añadir también la posibilidad de un brote psicótico que nos ponga en dificultades y, a partir de ahí, solo el “cocinero” responsable de la víctima sabe si te dará por desnudarte y correr entre los coches o comenzar a sentir unas ansias tremendas de carne humana no como una consecuencia directa (consumo FLAKKA – me zombifico) si no como una de las opciones que puede barajar alguien que, como diría Hunter S. Thompson, se ha convertido en un ejemplo de ser irresponsable.
PARTE III – La Flakka en España » Un país muy tóxico – Cosas de turistas – Ana Rosa levanta la liebre – El perjudicado de Magaluf – En el territorio de la leyenda urbana
Europa Press se hacía eco este mismo año de que, pese a la crisis, seguimos siendo el primer consumidor de cocaína y cannabis de la UE. A finales de los 80 y comienzo de los 90 comenzó el declive de la heroína debido a que sus efectos eran visibles en la calle, a que se asociaba directamente con la marginalidad (aunque lo cierto era que su consumo, vergonzante, era también bastante amplio entre otros sectores) y con el SIDA. La cocaína irrumpió entonces con éxito por algunas extrañas razones: estaba asociada con las clases altas y el artisteo (su consumo era muy alto entre los toreros, por ejemplo) y, por ende, con el éxito ya que su precio era alto. El hecho de que Galicia comenzara a llenarse de capos de la cocaína que establecieron jugosas alianzas con los cárteles colombianos y que nuestro país se convirtiera en ruta de paso de la sustancia hacia Europa –La segunda ruta de paso a nivel mundial después de la que une Colombia con México y con Estados Unidos, otro gran consumidor- hizo que esta fuera mucho más accesible y que los precios comenzaran a bajar rápidamente de las 30.000 pesetas/gramo (180 euros) a un precio que oscilaba (según disponibilidad y zona geográfica) entre 7.000 y 10.000 pesetas/gramo (42-60 euros). Si a esto le unimos que, rebasada la mini-crisis económica del 93-94, el poder adquisitivo de los españoles comenzó a subir enormemente y que el producto era de una calidad muy alta –no era difícil encontrar la deseada “alita de mosca”, llamada así por los connousiers del asunto por su alta pureza lo que provee a la cocaína de un color blanco inmaculado y de una formación en cristales translúcidos que irisa la luz que los atraviesa- todo el mundo se volvió bastante loco con el tema. Paralelamente al auge de la cocaína aterrizaron en España opciones más baratas como el MDMA, más conocido como éxtasis, que estaba arrasando en ese momento en Inglaterra y en Holanda y que, desgraciadamente para los fans, siempre quedará unido a la música electrónica y a la explosión de esta manifestación cultural. Ibiza primero, gracias al tráfico turístico y Valencia después se llenaron de drogas de diseño, de pastillas, de Panoramix, Coca-colas y Mitsubishis (nombres “comerciales” de las pastillas de éxtasis y de cualquier otra sustancia, la verdad sea dicha, porque ha habido aquí más pirateo con el asunto que en un mercadillo de ropa con las marcas de prendas deportivas por los dibujos que se imprimían sobre su superficie). Las pastillas, las pastis para entendernos, tenían un precio aún más bajo que la cocaína, proveían la fuerza necesaria para bailar toda la noche (y todo el día y toda la noche y así sucesivamente) y, sobre todo, se podían ingerir de manera rápida, en plena pista de baile y con un disimulo que no ofrecen las liturgias de la heroína o la cocaína (agujas hipodérmicas, billetes enrollados, tarjetas de crédito, cucharillas etc.). Según todos los estudios las drogas como el MDMA matan bastante menos y eso es una ventaja. En el transcurso de estos años todas las muertes debidas a drogas de diseño han estado asociadas con la adulteración, más que con la sobredosis, o con los efectos de dichas sustancias en personas que ya acarreaban algún tipo de dolencia que no había sido detectada: así, la ingesta de una sustancia que da taquicardias mata a personas con lesiones cardiovasculares no detectadas y las subidas de temperatura, muy repentinas, producen golpes de calor y deshidrataciones que, en algunos casos, pueden ser letales.
“En verano de 2015 en Magaluf, se detectó el primer caso de intoxicación por Flakka en España. Se trataba de un turista británico que fue dado de alta en dos días”
Hasta 2014 no se descubrió la presencia de FLAKKA en nuestro país. En casos aislados y, sobre todo, en pequeños alijos que viajaban con turistas extranjeros. El año pasado, en uno de esos bajones de noticias propios del verano, algunos periódicos desempolvaron la información sobre las sales de baño a tenor de su reaparición en Estados Unidos bajo el atractivo nombre de FLAKKA y, sobre todo, por la irrupción en Youtube de todos esos ´vídeos donde los usuarios advertían de que las imágenes que habían grabado eran las de un individuo colocado de dicha sustancia que, también, era llamada “Droga de Hulk” por la fuerza, presuntamente, sobrehumana con la que aquellos pobres diablos soportaban los golpes de la policía al ser detenidos. El programa de Ana Rosa Quintana, bueno, su versión estival llamada “El programa del verano” llegó a dedicar casi toda una semana al asunto e, incluso, destinaron a unos reporteros que, con cámara oculta, intentaron comprar la sustancia en uno de los puntos de venta de Ibiza. La compra resultó infructuosa y el reportaje una pieza de humor involuntario: unos reporteros intentan comprar una sustancia llamada “droga caníbal”. Es evidente que nadie en su sano juicio querría comprar nada que llevara la palabra “caníbal” en su etiqueta. Un vecino, definido como “yonqui”/consumidor por reporteros y tertulianos, intenta hacer la transacción pero se huele que los compradores ocultan algo (una placa de policía) porque, evidentemente, ha visto las noticias y desconfía de que alguien que quiere probar semejante cosa tenga un aspecto tan fresco. El resto es historia.
Este mismo año en verano, siempre en verano, y en Magaluf, siempre en Magaluf, se ha detectado el primer caso de intoxicación por FLAKKA. Un turista británico ingresó en el Hospital de Son Espases con una intoxicación aguda de ALPHA-PVP y presentando el conocido cuadro de síntomas: arritmia, espasmos, discurso atolondrado, mal carácter…
Según la redactora de un periódico nacional de gran tirada el turista confesó haberse atizado varias pastillas de la sustancia (sería también el primer caso de FLAKKA administrado en “pastis”) pero no murió –la redactora insistía en su artículo que también era el primer caso de persona intoxicada o con sobredosis de este producto que conseguía sobrevivir…algo desmentido por los hechos aunque ha habido dos muertes en Francia y otra en Polonia asociadas a la FLAKKA- y que fue dado de alta a los dos días para volver a su país de origen con un tirón de orejas.
¿Te lo estás pensando?
Pese a que algunos periodistas aseguran que el ALPHA-PVP (la sustancia de la FLAKKA) es indetectable en un análisis toxicológico, lo cierto es que es una sustancia química conocida desde hace años y se saben sus efectos y la forma de tratar una intoxicación. También es verdad que un cuadro de sobredosis de una sustancia menos popular puede llevar a los facultativos a error o que la pureza de lo que has inhalado, inyectado o fumado no sea muy alta y que la combinación de un derivado de la catinona remezclado con otro montón de elementos químicos no deseados puede tener un efecto inesperado en tu organismo o ser, directamente, mortal de necesidad. Tampoco es valorable ese efecto en el coco, más cuando no sabemos si no contamos con una evaluación previa en la que un médico pudiera haber detectado tendencia a la paranoia o a la esquizofrenia. Como muestra un botón: recuerda que muchos dealers cortan la mercancía con estricnina, sí, con una sustancia que se guarda en botes que llevan una calavera y dos tibias y la palabra ”veneno” en 32 idiomas en su etiqueta. En dosis muy bajas la estricnina aumenta el pulso cardiaco y la temperatura y sirve para enmascarar una combinación química débil de una droga de diseño o de la propia cocaína.
La Flakka es una leyenda urbana pero solo a medias. Uno de los muchos “problemas” hinchados por los medios de comunicación y el proverbial desconocimiento que se tiene sobre el consumo de drogas y que las administraciones de todos los países suelen tratar como un problema delictivo y no como un síntoma sociológico. Huelga decir que es una sustancia peligrosa, que es insalubre y que, por su configuración, no es muy recomendable ni siquiera para ser objeto de algún tipo de experimentación en el cenagoso terreno de la acumulación de experiencias porque es agresiva y, sobre todo, porque nadie se pone de acuerdo en la cantidad en la que deja de ser algo recreativo para convertirse en algo que pueda colapsarte el organismo.