Ases de Copa: Por una u otra razón, estos nombres brillaron fugazmente durante la Copa del Mundo, que supuso su momento de gloria (o de infamia). Hoy, no hablamos de un futbolista, sino del perro Pickels, héroe de Inglaterra 1966.
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Ladrones y ladridos
El 20 de marzo, tres meses antes de que comience el torneo, unos cacos de guante blanco distraen la Copa Jules Rimet (así se llamó el trofeo hasta 1970), que se exponía con fines publicitarios –y escasas medidas de seguridad– en una casa de subastas. El escándalo es mayúsculo y Scotland Yard carece de pistas pista fiables. El 29 de marzo, como cada día, David Corbett saca a pasear a Pickels, un vivaracho perro de raza indefinida. De repente, el chucho se encela con algo que hay en unos arbustos y su dueño, molesto por la insistencia del can, decide ver de qué se trata: ni más ni menos que la copa, envuelta en papel de periódico. Pickels se convierte en héroe nacional, se embolsa las 6.000 libras de recompensa, obtiene su peso en pienso de forma vitalicia e incluso eclipsa a las estrellas caninas de la época, Laika, la perrita cósmica, y Rin-Tin-Tín, as perruno del celuloide (Pickels rodaría su propia película, ‘El espía de la nariz fría’). El perro es invitado de honor en la cena de celebración del título, en la que le dejan lamer los platos. Moriría un año después, ahorcado con su propia correa. Perra vida.
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