En el espacio nadie puede oírte gritar. Casi cuarenta años después del estreno de ‘Alien: El octavo pasajero’, estas siete palabras continúan resonando en aquellos que fueron testigos de la primera incursión de Ridley Scott en el terreno del terror psicológico futurista. Ahora, el también director de ‘El regreso’, ‘Alien 3’, ‘Resurrección’ y ‘Prometheus’ resucita la saga xenomórfica por excelencia para explicar el árbol genealógico de estas inquietantes criaturas con un relato bastante aterrador.
Ambientada diez años después de los acontecimientos recogidos en ‘Prometheus’, ‘Alien:covenant’ intenta revelar de nuevo (es la segunda precuela de ‘Alien’) su verdadero origen con los sabores clásicos de la franquicia. Al fin y al cabo, la que se ha convertido en el estandarte del género de un terror tenso, perturbador y claustrofóbico fue concebida por su director como una “película de serie B bien hecha”. “El trasfondo era muy básico: siete personas encerradas en la vieja y siniestra casa intentando resolver quien va a morir antes y quién va a sobrevivir”, explica Scott.
La sexta entrega, en cambio, no podía volver a regirse por unos parámetros hostiles similares. “Uno no puede ser continuamente perseguido por un monstruo en un pasillo; acaba siendo aburrido”, explica Scott. “Se me ocurrió que nadie había hecho la pregunta de quién hizo esto y por qué. Uno puede decir que monstruos, dioses o ingenieros del espacio exterior lo inventaron. Pues no lo hicieron. ‘Alien: covenant’ te va a dar la vuelta a ese concepto”.
Una década después de la desaparición de la expedición de la doctora Elizabeth Shaw (Noomi Rapace), una nueva tripulación supera la gravedad para navegar hacia un remoto planeta a más de siete años de distancia. Mil parejas de humanos que permanecen en “criosueño” y están siendo trasladados al asentamiento Origae-6, junto con decenas de embriones, para establecer una nueva colonia más allá de los límites terrestres.
Una llamarada estelar obliga al sintético Walter, interpretado por Michael Fassbender y versión mejorada de David, superviviente de la expedición de Prometheus a quien también dio vida, a interrumpir el sueño de la nave al completo. Cuando interceptan una señal sonora procedente de un planeta desconocido deciden explorarlo y el que piensan que es un mundo habitable no es más que una némesis adversa y oscura.
Por lo tanto, aunque arranca como una película de colonización, pronto entran en juego las mutaciones aliens hasta conseguir modernizar la iconografía y algunas de las secuencias más recordadas de la hexalogía. Conjuga el terror con capas más dramáticas y filosóficas donde el androide Fassbender es el elemento vehicular para esclarecer y ampliar el universo Prometheus y una “mitología alien” cada vez más preponderante. No falta en la película una heroína que retome las andanzas de la Teniente Ripley y lidere a unos astronautas bastante genéricos y un sintético que parece tener más capacidad emocional que el resto de sus compañeros, a quien Fassbender describe como un “supermayordomo”.
Rodada en 74 días en los platós de Fox Studios Australia y en exteriores del Estrecho de Milford, Scott confió en el diseñador de producción Chris Seagers para crear una nave lo más verosímil, neurótica y claustrofóbica posible, algo que consiguieron con techos muy bajos, estancias reducidas y largos pasillos repletos de oscuridad. “Me sentí como si estuviera en una nave espacial funcional”, explica Fassbender. “Los pasillos, el puente y el dormitorio… todos esos elementos del diseño de la producción eran muy detallados y sofisticados. Algo raro en películas fantásticas o en películas de acción de gran estilo. Habitualmente, hay mucha pantalla verde. Terminamos utilizándola, pero mucho estaba allí para que nosotros lo examinásemos, lo tocásemos e interactuásemos con ello, y eso es una auténtica rareza en estos días”.
El objetivo de todo no era más que potenciar las propias sensaciones de los actores y que éstas quedaran reflejadas con la pantalla. “Espero que la película haga que el espectador se sienta muy inquieto, que ayude a que las arterias empiecen a bombear sangre, que haga que los corazones latan con fuerza”, declara Scott. “Espero que se les seque la garganta pero que no puedan apartar los ojos de la pantalla. Es muy difícil lograr que la gente se muera de miedo, pero esto podría provocarles pesadillas. Y eso está bien”. Por ahora, intentará conseguirlo no solo con ‘Alien: covenant’ sino con dos largometrajes más. Uno de ellos ya tiene guión y se empezará a rodar en 14 meses. Parece que, en el espacio, quedan aún muchos xenomorfos dispuestos a seguir dando caza a los humanos.