Conocemos bien la capacidad de Coco Dávez para plasmar iconos. Muchos de sus trabajos, de trazo fino y detallado, cuelgan en números de Revista Don. Su técnica ha evolucionado tanto que para reconocer a sus personajes ya no necesitamos su cara.
De eso trata ‘Faceless’, una nueva serie de ídolos desdibujados, donde las formas simples y los colores captan la esencia de cada uno. La exposición se inaugura este jueves 11 (a partir de las 19.30h) en Monkey Garden, pero podréis visitarla hasta el 13 de marzo.
Háblanos de tu último trabajo…
‘Faceless’ es el resultado de una broma que surgió mientras jugaba a utilizar acrílicos de colores primarios en retratos de mis ídolos. La primera fue Patti Smith, que no contenta con el resultado, le borré la cara de un brochazo. Me hizo gracia la idea de hacer retratos “descarados”, además el resultado daba un giro a todo lo que había hecho antes. Decidí subirlo a las redes a ver como funcionaba, y fue una locura. Así que me lancé a hacer la serie.
¿En qué te has inspirado o qué referencias has seguido?
Es cierto que esta última etapa de mi vida he estado muy influenciada por artistas como Matisse, Miró, Max Bill, Eames, Calder… Y supongo que esto me ha hecho probar con las dos dimensiones, matar las profundidades, ceñirme a una paleta de colores más pura y crear un universo más pop…
¿Qué ha resultado más complicado a la hora de pintar?
La verdad es que es lo más divertido que he hecho hasta el momento. Como complejidad, quizás resaltaría el escoger los elementos básicos de cada personaje, para que el espectador reconozca al personaje sin rostro. Pienso que nuestro cerebro ya tiene bien guardadas las formas de todo lo que conocemos, no hace falta ver con detalle nada en realidad. No hace falta ver a la perfección el edificio Chrysler para ver que se trata de él. Con todo pasa esto, nuestro cerebro convierte inconscientemente todo lo que nos rodea de forma icónica para ahorrar espacio.
Lynch, Picasso, Cher… ¿Cuál es el nexo de unión?
La idea principal de esta serie era elegir a 12 de mis ídolos y crear un calendario para 2016, pero empezó a funcionar tan bien la colección que dejarlo en un calendario se me quedaba pequeño, así que la familia comenzó a crecer.
¿Le tienes especial cariño a alguno de ellos?
A dos. A Patti porque ha sido la culpable de todo esto y porque es la única no elegida de manera icónica. No es esa mítica Patti de camisa blanca y chupa negra con el pelo alborotado. Me fijé en una foto hecha en un fotomatón a finales de los 60, cuando Patti se divertía con Robert y se retrataba con flores en la cabeza. Una imagen totalmente desconocida de ella, pero como en principio ella sí iba a tener cara, no importaba que las pintas no fueran las conocidas.
Por otro lado, tengo especial cariño a Belmondo porque tiene una pose que me resulta familiar. Tiene cierto parecido al look que llevaba mi abuelo Ricardo; y por otro lado, fue el primero con el que sentí el síndrome del Sendhal, sentí que la mezcla de colores era perfecta y a la vez era de los más sencillos. Hacer que algo simple se convierta en extraordinario a la vista siempre es un objetivo para mí y con Belmondo sentí que lo había logrado.
¿Tu trabajo va a seguir esa línea a partir de ahora?
Terminará cuando deje de disfrutarlo, de momento estoy disfrutando como nunca con este nuevo estilo; acabará cuando llegue el siguiente.
Y después, ¿en qué otras cosas andas metida?
Hay un proyecto audiovisual que saldrá a la luz muy pronto y un libro a la vista.
Descarga el nº 21 de Revista Don GRATIS en el App Store (iPad), en Play Store (Android) y también en Web Reader (versión para los ‘sin tablet’).