El verano de 1816, Lord Byron, Mary y Percy Shelley y John Polidori, se reunieron en Villa Diodati, junto al lago Leman, en Suiza, para pasar sus vacaciones. Para entretenerse, decidieron contar historias de terror y de este encuentro surgió la que hoy es una de las mejores obras de este género de la historia: ‘Frankenstein’ de Mary Shelley.
Hay una grandiosa película de Gonzalo Suárez titulada ‘Remando al viento’ que recrea ese encuentro con una estética impecable (la escena de la jirafa paseándose por las estancias de un palacio veneciano es imborrable) y una banda sonora inolvidable: La Sinfonía nº7, también llamada Sinfonía Antártida, de Vaughan Williams.
Y hay una exposición que recupera aquellos extraños y productivos días de verano en los que se gestó un monstruo universal que nació, no como novela de terror al uso, sino como un intento de reflejar el peligroso proceso evolutivo que vivía la ciencia a finales del siglo XIX, donde los científicos jugaban a ser Dios.
‘Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau‘ profundiza en los experimentos científicos y las creaciones arquetípicas del siglo XIX, así como en las derivas iconográficas de Frankenstein y otros seres como ‘Mr. Hyde’, el ‘Hombre invisible’ o las criaturas del doctor Moreau, ideados por escritores como Stevenson, Wells, Hoffmann o Villiers de L`Isle-Adam. Con el tiempo todos estos personajes se han convertido en iconos de la literatura de ciencia ficción.