‘Mascots’ (producida y estrenada en exclusiva en Netflix) es la última película del actor, guionista, director, compositor y músico Christopher Guest. Seguramente su nombre no te suene pero vamos a probar con una pista: interpretó al Conde Rugen en ‘La Princesa Prometida’ (Rob Reiner, 1987). ¿Qué quién era el Conde Rugen? Pues nada más, y nada menos, que el hombre de seis dedos en una mano que había asesinado al padre de Iñigo Montoya. Pese a ser conocido en nuestro país por este papel lo cierto es que Guest es mucho más conocido en todo el mundo por haber encarnado a Nigel Tufnel en ‘This is Spinal Tap’ (Rob Reiner, 1984). La película, un falso documental sobre una falsa banda de heavy metal llamada Spinal Tap, es una de las mejores comedias de la historia. Guest, además de interpretar a Tufnel, coescribió el guión y las canciones de la misma junto a Rob Reiner, Michael McKean y Harry Shearer (los dos últimos interpretaban a los otros dos miembros de la banda, David St. Hubbins –cantante- y Derek Smalls –bajista-). La broma tuvo tanto éxito que Spinal Tap pasó de ser un grupo musical de ficción a dar conciertos y a grabar discos.
¿Más cosas sorprendentes sobre Guest? Su mujer es Jamie Lee Curtis. Ella afirmó que se casaría con él tras ver unas fotos del cómico en un reportaje sobre ‘Spinal Tap’ que apareció en la revista Rolling Stone. Se conocieron, se casaron y llevan juntos 32 años. Pero la cosa no queda ahí ya que Christopher Guest es el quinto barón de Haden-Guest. Sí, como suena, su padre era un diplomático con título nobiliario y, al morir en 1996, le dejó el título en herencia y el derecho a ser miembro de la Cámara de los Lores. Parlamento al que acudió regularmente hasta que la Ley de la Reforma de la Cámara de 1999 redujo el número de escaños para los miembros que accedían por derecho nobiliario. Por cierto, la muerte de su padre y la reconstrucción de las circunstancias que rodearon a su familia le inspiraron ‘Family Tree’, la serie que escribió para HBO y que está protagonizada por Chris O´Dowd, quien por cierto tiene también un papel protagonista en ‘Mascots’.
La cosa no acaba ahí: ¿Se acuerdan de ‘La hoguera de las vanidades’, la novela de Tom Wolfe? Pues el personaje principal de la misma está inspirado en las andanzas de su hermano, por parte de padre, Anthony Haden-Guest.
En ‘Mascots’, Guest repite la fórmula que mejor resultado le ha dado, la del falso documental, siguiendo, esta vez, el recorrido de los concursantes de una competición nacional de mascotas de equipos deportivos. Si en ‘Very Important Perros’ (2000) la cosa giraba alrededor de un concurso de excelencia canina en este caso la competencia va de gente disfrazada. Para la ocasión el norteamericano ha vuelto a recuperar ese humor que mezcla el costumbrismo y el absurdo y que ha desplegado en toda su obra. La excusa del concurso le sirve a Guest para hacer un buen chiste sobre la obsesión de la notoriedad, la fama y la creación artística como ya hiciera en ‘Un poderoso viento’ (2003) y ‘Nominados’ (2006). Si la cosa no resultara evidente para el seguidor de las pelis de Guest se ha permitido el lujo de incluir a Corky St. Clair, el chalado director/profesor/actor teatral que interpretaba en ‘Waiting for Guffman’ (1996), que aparece como el mentor del personaje que interpreta Parker Posey.
‘Mascots’ es una comedia coral en la que el autor ha vuelto a ser fiel a su estilo: contar (casi) siempre con los mismos actores. Además de la mencionada Parker Posey podemos encontrarnos con Jane Lynch, Ed Begley Jr., John Michael Higgins, Jennifer Coolidge, Bob Balaban, Don Lake o el siempre comiquísimo Fred Willard. Felices son las incorporaciones a su elenco habitual del también mencionado Chris O´Dowd, Zach Wood, Sarah Baker o Tom Bennet. Otra norma de Guest: convertir a secundarios de lujo en protagonistas.
En definitiva ‘Mascots’ resulta otro feliz reencuentro con el cine de este autor tan poco conocido por estos lares que solo cojea por la excesiva duración de los números de las mascotas concursantes pero que se ve reforzado por el gran trabajo de dirección y guión y la administración celosa de los sketches. Un planteamiento sencillo en el que se recorre el ‘ABC’ de la comedia de gag, mezclada con el espectáculo del cine de bofetón y entreverada por un retorcido pero agradable entramado de miserias y desencuentros que parecen recorrer felices todo el metraje apareciendo sin, aparentemente, llamar mucho la atención y por la que fluyen los dolorosos temas de los que se alimenta la mejor comedia: la envidia, la infidelidad, el engaño, la tacañería, la ira, los problemas familiares…
Lo mejor de todo es que Christopher Guest consigue ser demoledor sin que lo parezca, apenas sin soliviantar, manteniendo una especie de compromiso con la idea de que las cosas más brutales provocan mucha risa sin necesidad de reírnos del que las emite si no, más bien, de la normalidad con la que las acepta y nos las comunica. Ya saben: la comedia es tragedia más tiempo pero, si no tienen tiempo y quieren reírse ya, deberemos de decir que la comedia es tragedia más Christopher Guest.