Tony Domenech se asoma hasta las páginas de Don y engrosa la lista de #FirmaInvitadaDon con un artículo que, sin duda, servirá para que ustedes debatan sobre interesantes cuestiones.
Tony es un inquieto escritor, creador multidisciplinar, músico…que combina su faceta artística con su incendiaria cuenta de Twitter, @CountBlisset (‘la más silenciada de toda la red social’, afirma), y con la menos conocida de esforzado currante y padre de familia. Nos alegra mucho de que el autor haya sacado tiempo de donde no lo tiene para compartir un texto acorde con su línea provocadora y humorística…o no.
Gracias por venir a Don, Tony.
[ Ilustración: Guacimara Vargas]
Es un hecho bien conocido que, si deseamos algo con fuerza, el Universo va a su puta bola y hace caso omiso para seguir con su programación habitual. No obstante más de uno se haría rico vendiendo libros que intentasen convencernos de lo contrario. Por suerte esto no sucede, y no sucede porque cada vez es más difícil engañarnos; el ser humano es cada vez más listo, échale un vistazo a Twitter y te harás una idea. Internet es un torrente de información en estado puro que, sin duda alguna, nos salvará de nosotros mismos y de todo lo que hacemos mal.
Eso, por supuesto, pone muy nerviosas a todas las fuerzas que conforman el statu quo y que han sido dueñas de nuestras vidas desde tiempos inmemoriales. La industria farmacéutica, por citar sólo un ejemplo, está temblando frente a la terrible verdad que Internet propaga masivamente: no necesitamos medicinas, el secreto consiste en saber utilizar el agua con azúcar, siempre incluyendo micro-dosis de los ingredientes adecuados para cada ocasión, claro, ¿que sufres un atropello? Unos trocitos de chasis de ese modelo concreto de vehículo disueltos en agua azucarada bajo la lengua y estarás como nuevo. No más analgésicos, no más escayolas y, por supuesto, no más mirar a ambos lados al cruzar la calle.
En serio; pruébalo.
Descubrir que el agua tiene memoria está siendo muy útil no sólo para acelerar la imparable fiesta Darwiniana a la que detener el consumo de fármacos, vacunación infantil incluida, va a conducirnos, sino que también está siendo vital en luchas mucho más profundas como, por ejemplo, la lucha contra la homofobia. A fin de cuentas, en algún momento del tiempo, tu novia tuvo el pene de otro hombre en la boca, y la boca tiene saliva y la saliva tiene agua y, como ya hemos dicho, el agua tiene memoria, así que, querido homófobo, enhorabuena: eres gay homeopático.
Ya no son diferentes a ti, ya no necesitas odiarlos; vais todos en la misma carroza. Relájate y disfruta.
Son sólo pequeños ejemplos, claro, porque la lucha que encontramos en Internet para propagar La Verdad™ abarca tantos campos de la experiencia humana que es complicado no ver cómo todo nuestro sistema de creencias se desmorona frente a ella. Por ejemplo, yo antes pensaba que una persona con problemas mentales tenía problemas mentales y ya está, pero ahora he descubierto que es neurodivergente; otro sabor de helado pero helado al fin y al cabo. Esto me ha venido muy bien, porque cuando alguien me dice que soy antipático le digo que manejo parámetros de simpatía que divergen con respecto a los que le impone el heteropatriarcado opresor y que debería de revisarse (ambos conceptos comodín cuyo uso permite identificar a las personas verdaderamente sabias de la red). También pensaba, tonto de mí, que una persona que tiene problemas de percepción de la realidad con respecto a su físico y que puede llegar a hacerse daño a sí misma debido a ello, no está capacitada para decirle a los demás cómo deben de conducirse con respecto a su relación consigo mismos o con la comida, pero en Internet he descubierto que un altísimo porcentaje de las personas que se pasan todo el día haciendo justamente eso sufre o ha sufrido ese tipo de trastorno, lo cual por supuesto me ha liberado de mis prejuicios y me hace aceptar todo lo que salga por sus deditos salvadores sin pasarlo por el filtro crítico que me enseñaron a utilizar y que, como puede adivinarse, no era más que otra trampa del heteropatriarcado opresor para cegar mi mente, sin contar con que yo podía revisarme y encontrarla, desactivándola para fundirme con La Verdad™ en un abrazo infinito sin recibir ninguna denuncia de acoso por su parte, etc, etc.
Lo que sí que me chocó un poco mientras buceaba en ese pozo de sabiduría infinita que son las redes sociales, esto lo admito abiertamente, fue descubrir que tener pene no sólo invalidaba mi opinión acerca de todo lo importante y gran parte de lo superfluo, sino que además me convertía en violador, asesino, maltratador y opresor. Añádase un “en potencia” al final para suavizar la acusación, pero vamos, que un mal bicho sí o sí. Sabiendo todo esto, gracias de nuevo a Internet, tomé la decisión de no ejercer, es decir, haber nacido con pene no es culpa mía pero puedo elegir no hacer todas esas cosas malas que, por el hecho de tenerlo, seguro que estoy deseando hacer según la opinión experta de gente que no tiene pene pero que sabe un huevo del asunto porque se han revisado a tope; sin frenos, vamos.
Una vez repuesto del disgusto y asimilada mi condición de criatura nauseabunda he seguido, y sigo, con interés todo lo que sucede en la red. Todavía hay cosas que me desconciertan, y no hablo de las detalladas descripciones sobre como las ondas Wi Fi van a destruir tu estructural cerebral hasta dejarte reducido a una masa sin voluntad capaz incluso de ir a misa los domingos, no, me refiero a esas acaloradas discusiones -con reparto de carnets incluido- sobre qué es y qué no es feminismo, tema que me interesa porque me gustaría que llegásemos a un punto en el que, al menos, no muriesen mujeres día sí y día también y creo de verdad que sólo el feminismo tiene la solución. Por desgracia para mí, de nuevo, es evidente que mi alma está perdida (imagino que la destruyó mi pene en algún momento de la infancia, una especie de violación espiritual macabra y, por lo visto, inevitable) y digo que está perdida porque las mujeres que más razonables me suenan, las que me parece que van a lo importante sin perderse en semántica, nomenclatura, elle, aquelles y la madre que nos parió, son esas que, sobre el papel, parecen haber ganado la discusión pero, aún así, son acusadas de estar alienadas (otro concepto comodín) y se les invita a revisarse. Todo esto previo al block, claro. He pensado que quizá no sean mujeres, a lo mejor son hombres con un pene visibilizado como clítoris y por eso están tan equivocadas, a fin de cuentas otra de las cosas que he aprendido en Internet (es imposible dejar de aprender allí, como el avispado lector ya habrá deducido) es que lo de hombre y mujer es mentira; es otra imposición del heteropatriarcado opresor que nos conforma así desde niños, digo, niñes, y nos limita a lo bestia, al igual que no movemos un vaso con la mente porque se nos enseña desde bien pequeños que no podemos mover un vaso con la mente y nuestra capacidad para moverlo se ve anulada por la capacidad del resto del globo para mantenerlo quieto; haciendo que no lo podamos mover.
Por suerte tenemos Internet para cambiarlo todo; un montón de gente opinando con los puños muy apretaditos mientras grita al resto lo equivocados que están, a ver si a fuerza de convencer a muchos de lo suyo el vaso se acaba moviendo.
Que me da a mí que no.